ESCRITORES Y SUS MUSAS.


  1.   JORGE MANRIQUE Y D.ª GUIOMAR DE CASTAÑEDA

 

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Jorge Manrique (Paredes de Nava, Palencia o Segura de la Sierra, Jaén, 1440? – Santa María del Campo Rus, Cuenca, 24 de abril de 1479), poeta español del Prerrenacimiento, sobrino del también poeta Diego Gómez Manrique. Es autor de las Coplas a la muerte de su padre, uno de los clásicos de la literatura española de todos los tiempos.

 

Era Jorque Manrique sobrino, hijo y hermano de poetas, entre los que destaca su tío Gómez Manrique, uno de los tres o cuatro mejores del siglo XV si su sobrino carnal no los hubiera eclipsado a todos. Por los datos que tenemos, escasos y convencionales. Jorge siguió con aprovechamiento los estudios de Humanidades y se adiestró concienzudamente en el oficio militar que su tradición y su época requerían. A los cuatro años perdió a su madre, doña Mencía de Figueroa, y su padre se volvió a casar dos años después con doña Beatriz de Guzmán.

Quince años duró el matrimonio, por lo que cabe pensar que ella fue, si se dejó, la madre real del poeta, aunque éste guardara siempre el recuerdo de la verdadera.

Su boda a los 26 años denota lo identificado que estaba Jorge Manrique con su familia: en 1469 se casa por tercera vez su padre con doña Elvira de Castañeda y al año siguiente, 1470, se casa Jorge con la hermana de su madrastra, doña Guiomar. Para entonces ya eran célebres su valor y arrojo en el campo de batalla.

DIZIENDO QUÉ COSA ES AMOR

 

Es amor fuerça tan fuerte

que fuerça toda razón,

una fuerça de tal suerte,

que todo seso conuierte

en su fuerça y afición;

vna porfía forçosa

que no se puede vencer,

cuya fuerça porfiosa

hazemos más poderosa

queriéndonos defender.

Es plazer en c’ay dolores,

dolor en c’ay alegría,

vn pesar en que ay dulçores,

vn esfuerço en c’ay temores,

temor en c’ay osadía.

vn plazer en c’ay enojos,

vna gloria en c’ay passión,

vna fe en c’ay antojos,

fuerça que hazen los ojos

al seso y al coraçón.

Es vna catiuidad

sin parescer las prisiones,

vn robo de libertad,

vn forçar de voluntad

donde no valen razones;

vna sospecha celosa

causada por el querer,

vna rauia desseosa

que no sabe qu’es la cosa

que dessea tanto ver.

Es vn modo de locura

con las mudanças que haze:

vna vez pone tristura,

otra vez causa holgura

como lo quiere y le plaze;

un desseo que al ausente

trabaja, pena y fatiga,

vn recelo que al presente

haze callar lo que siente,

temiendo pena que diga.

[Fin]

Todas estas propiedades

tiene el verdadero amor;

el falso, mil falsedades,

mil mentiras, mil maldades,

como fengido traydor.

El toque para tocar

quál amor es bien forjado,

es sofrir el desamar,

que no puede comportar

el falso sobredorado.

2.                  DANTE Y BEATRIZ:

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Dante (Florencia,  29 de mayo de 1265 – Rávena, 14 de septiembre de 1321) fue un poeta italiano. Su obra maestra, La Divina Comedia, es una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista. Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. En italiano es conocido como «el Poeta Supremo» (il Sommo Poeta). A Dante también se le llama el «Padre del idioma» italiano. Su primera biografía fue escrita por Giovanni Boccaccio (1313-1375), en Trattatello in laude di Dante.

Conoció a Beatriz Portinari cuando ésta contaba con nueve años, de la cual se enamoró «a primera vista», y al parecer sin aún haberse hablado. Él la vio con frecuencia después de los 18 años, a menudo intercambiaban saludos en la calle, pero nunca llegó a conocerla bien, él mismo con eficacia propuso el ejemplo para el supuesto Amor cortés.

Es difícil entender lo que este amor comprendía en realidad, pero algo sumamente importante para la cultura italiana pasaba. Era en nombre de este amor que Dante dio su impresión al Dolce stil nuovo que influenciaría a escritores y poetas a descubrir el tema del «Amor», que nunca antes había sido tan acentuado. El amor por Beatriz, al parecer, era la razón de su poesía y de su vida, junto con sus pasiones políticas.

Cuando Beatriz murió en 1290, Dante trató de encontrar un refugio en la literatura latina.

Tan gentil y tan honesta luce
mi dama cuando a alguien saluda,
que toda lengua temblando quédase muda,
y no se atreven los ojos a mirarla.
Ella se va, sintiéndose alabada,
benignamente de humildad vestida;
pareciera ser cosa venida
del cielo a la tierra a mostrar milagro.
Muéstrase tan agradable a quien la mira,
que por los ojos da al corazón una dulzura,
que no puede comprender quien no la prueba.
Y parece que de sus labios surgiera
un espíritu suave de amor pleno
que al alma va diciendo: – ¡Suspira!

3.                  PETRARCA Y LAURA:

 

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Francesco Petrarca (Arezzo, 20 de julio de 1304 – Arquà Petrarca, Padua, 19 de julio de 1374) fue un lírico y humanista italiano, cuya poesía dio lugar a una corriente literaria que influyó en autores como Garcilaso de la Vega (en España), William Shakespeare y Edmund Spenser, en Inglaterra, bajo el sobrenombre genérico de Petrarquismo. Tan influyente como las nuevas formas y temas que trajo a la poesía, fue su concepción humanista, con la que intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del Cristianismo. Por otro lado, Petrarca predicó la unión de toda Italia para recuperar la grandeza que había tenido en la época del Imperio romano.

Laura de Noves (1308-1348) fue la musa de Petrarca, el aliento de su poesía, la inspiración de su vida. Conoció Petrarca a Laura en Aviñón.

Su auténtica corona de laurel, su inspiración, su pasión única e inextinguible era Laura. Fue el de Petrarca un amor romántico, apasionado, inspirado. Era Laura una mujer casada, y Petrarca un hombre de recta conciencia, por lo que siempre le atormentaron los escrúpulos sobre su relación con su amada, que no fue tan solo espiritual y poética. Pero sus versos nunca fueron profanados por nada que no fuese la llama misteriosa de su pasión, la gentileza, el éxtasis intelectual, el deseo sofocado apenas nacido. Fue el carácter de amor imposible lo que hizo que se transformase su amor por Laura en amor poético, amor cortés. Gustaba hablar de la esclavitud a que le tenía sometido Laura. Era recibido Petrarca en casa de ésta, pues al marido le halagaba sobremanera ser el anfitrión de tan ilustre visitante, que en una inspiración inagotable dedicaba a Laura sus bellos homenajes literarios. Pero cuando la pasión de Petrarca arreció tanto que temió Laura caer en la infidelidad, lo rechazó y lo alejó de su casa, sin que por ello se apagase el amor mutuo que se profesaban. Murió Laura víctima de la peste que asoló Aviñón, y fue enterrada en la iglesia de los frailes menores de esta ciudad. Cuando se enteró Petrarca de la muerte de su amada, su alma cambió desde lo más hondo. Su poesía mudó la alegría por la gravedad, la profundidad, la religiosidad. Petrarca siguió cosechando los laureles de la gloria, pero sin Laura no tenían el mismo perfume ni el mismo valor.

SONETO A LAURA

Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.

4.                  GARCILASO E ISABEL FREYRE:

 

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Garcilaso de la Vega (Toledo, entre 1498 —quizá algunos años antes a partir de 1494— y 1503 – Le Muy, Condado de Niza, Ducado de Saboya, 14 de octubre de 1536) fue un poeta y militar español del Siglo de Oro, considerado uno de los escritores en español más grandes de la historia.

La emperatriz Isabel de Portugal vino a España a casarse con Carlos I con su corte de damas, entre ellas Isabel Freire. Ésta no sabía ni que existía Garcilaso, pero él se quedó perdidamente enamorado. El amor crecía en Garcilaso y su obra, incluso cuando Isabel se casó con “un hombre gordo y romo en amores y ambiciones”.

En 1520, el rey manda a Garcilaso a Italia. Después volvió a España y volvió a irse a Nápoles. Allí conoció la cultura renacentista y la trajo a España. Al volver a Italia, se entera de la muerte de Isabel de Freire. Murió en el parto.

Le dedicó decenas de poemas, aunque nunca la llegó a tocar. No hubo en sus versos ira ni reproches, ni mucho menos celos de amante resentido, de amor que pudo ser y se quedó en el camino de tantos otros antes; su amor salió a la luz doblemente en sus églogas disfrazado de diversos nombres, que van de Elisa a Galatea. Garcilaso se casó con Elena de Zúñiga, sin embargo, el recuerdo de Isabel de Freire continuó fluyendo en Garcilaso hasta el día de su muerte.

SONETO V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

5.                  FERNANDO DE HERRERA Y D.ª LEONOR DE MILÁN:

 

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Fernando de Herrera (Sevilla, 1534 – 1597) fue un escritor español del Siglo de Oro, conocido especialmente por su obra poética. Fue apodado «el Divino».

En 1565 trasladaron definitivamente su residencia a Sevilla don Álvaro de Portugal, conde de Gelves, y su esposa doña Leonor de Milán. El Conde auspició una tertulia literaria a la que asistían, entre otros, Juan de Mal Lara, el licenciado Pacheco, Baltasar del Alcázar, Juan de la Cueva, Mosquera de Figueroa, y el propio Herrera. La Condesa causó un gran impacto en Herrera, quien la convirtió en el centro de su poesía amatoria. En su poesía la relacionó con elementos lumínicos: estrella, sol, Aglaya…La relación entre la noble y el poeta fue de gran confianza, pues doña Leonor lo hizo depositario de su testamento. Una vez que se murió Leonor dejó la poesía amorosa de su cancionero y se pasó a la poesía moral. Los últimos años de su vida los pasó calladamente en la ciudad de Sevilla, donde murió en 1597, a los 63 años de edad.

¿Por qué renuevas este encendimiento,
tirano Amor, en mi herido pecho?
que ya, casi olvidado del mal hecho,
vivía en soledad de mi tormento.

Cuando más descuidado y más contento,
rebuelves a meterm’ en tanto estrecho;
oblígasme, cruel, qu’ a mi despecho
procure contrastar tu fiero intento.

Las armas, en el templo ya colgadas,
visto, y el azerado escudo embraço,
y en mi vengança salgo a la batalla.

Mas ay, qu’ a las saetas, que templadas
en la luz de mi Estrella están, y al braço
tuyo no puede resistir la malla.

 6.                  LOPE DE VEGA Y MARTA DE NEVARES:

 

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Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 25 de noviembre de 1562 – 27 de agosto de 1635) fue uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal.

El llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza (por Miguel de Cervantes), renovó las fórmulas del teatro español en un momento en que el teatro comienza a ser un fenómeno cultural y de masas

Después de cosechar una larga lista de conquistas, en sus últimos años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que puede considerarse «sacrilegio» dada su condición de sacerdote; era una mujer muy bella y de ojos verdes, como declara Lope en los poemas que le compuso llamándola «Amarilis» o «Marcia Leonarda», como en las Novelas que le destinó. Los últimos años de Lope fueron infelices a pesar de los honores que recibió del rey y del Papa. Sufrió que Marta se volviera ciega en 1626, y muriera loca, en 1628.

Canta Amarilis, y su voz levanta
mi alma desde el orbe de la luna
a las inteligencias, que ninguna
la suya imita con dulzura tanta.

De su número luego me trasplanta
a la unidad, que por sí misma es una,
y cual si fuera de su coro alguna,
alaba su grandeza cuando canta.

Apártame del mundo tal distancia,
que el pensamiento en su Hacedor termina,
mano, destreza, voz y consonancia.

Y es argumento que su voz divina
algo tiene de angélica sustancia,
pues a contemplación tan alta inclina.

 7.                  EL CONDE DE VILLAMEDIANA Y LA REINA ISABEL:

 

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Juan de Tassis (o Tarsis) y Peralta, II Conde de Villamediana, (Lisboa, 1582 – Madrid, 21 de agosto de 1622), poeta español del Barroco, adscrito por lo general al Culteranismo, si bien siguió esta estética de modo muy personal.

Famoso en su tiempo, compartió batallas, en el mismo o en distintos bandos, con las más célebres figuras del barroco. De Góngora fue amigo e imitador; de Quevedo fue enemigo abierto; y despreció a Lope de Vega. Exagerado en la palabra y gesto, extravagante en el vestir, endeudado jugador (como su amigo Góngora), y desenfrenado conquistador de mujeres. Se casó a los 19 años, pero no estaba plenamente satisfecho con sus relaciones maritales, al parecer. Las infidelidades y las relaciones sexuales con diversas mujeres fueron no pocas. Sedujo a doncellas casadas y fue cliente habitual de los burdeles. A pesar de todo, existían rumores de que era homosexual.

Tras la muerte de Felipe III asistió al ascenso al trono de Felipe IV. El nuevo monarca, de 16 años, heredó de su padre la poca predisposición a los asuntos políticos y el gusto por el placer palaciego. Lo casaron con Isabel de Borbón, un par de años mayor, y fue adúltero desde el primer día. Cerca del nuevo rey se encontraba el Conde de Villamediana, nombrado gentilhombre de cámara, hombre de confianza del rey. Juan de Tassis se ganó el favor del rey escribiendo sonetos para sus amores y enalteciendo su figura en representaciones teatrales.

En esos momento, el Conde estaba el mejor posicionado para el título de Valido y era el noble más brillante de la Corte. Pero no lo supo aprovechar. Continuó con sus letras afiladas y su vida licenciosa. Incluso se dice, que llegó a enamorarse de la misma reina. Esto último es difícil de saber, pero las anécdotas al respecto sus muchas. Al parecer el conde se paseó un día de fiesta por la Plaza Mayor de Madrid con un traje cubierto de monedas (reales de plata) y una divisa: «son mis amores reales». Toda una temeridad.

Isabel, sin embargo, nunca correspondió las intenciones de un libertino que con tantas mujeres estuvo. Se llega a decir, que su pasión por la reina fue tal que incendió el teatro de Aranjuez, en 1622, el día del cumpleaños del Rey, para poder rescatar y coger en brazos a la reina.

Cuando el rey Felipe IV, indeciso, tenía que elegir valido, Tassis estaba convencido de su nombramiento. Lo cierto es que a la corte le interesaba, por su fama de integridad y por acallar sus críticas, siempre mordaces. Pero Villamediana no estaba preparado para ser estadista y frente a él se encontraba un rival más astuto y preparado, Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares, futuro conde-duque.

Juan de Tassis recibió muchas amenazas, de distintos frentes, para que depusiera su actitud crítica, pero continuó con sus poemas y su tren de vida desenfrenado. Se labró su propio fin. Para Olivares, Villamediana apenas era un obstáculo en su carrera, pero sí un incordio. Persuadió al rey y le sacó una sentencia de muerte.

El conde murió acuchillado por un mercenario en la Calle Mayor de Madrid. El crimen nunca se investigó, gracias al rey. Epitafios alababan su figura y el pueblo extendió su mito de buen amante, cayendo sobre el rey la responsabilidad del crimen.

El conde estorbaba más muerto que vivo. Olivares se sacó de la manga un motivo para justificar la muerte. Procesó al conde – ya muerto – por sodomía. Fue declarado culpable y ya nadie lamentó posteriormente su muerte.

Oh cuánto dice en su favor quien calla!
porque de amar, sufrir es cierto indicio,
y el silencio el más puro sacrificio
y adonde siempre amor mérito halla.
              
Morir en su pasión sin declaralla
es de quien ama el verdadero oficio,
que un callado llorar por ejercicio
da más razón por sí, no osando dalla.
              
Quien calla amando, sólo amando muere,
que el que acierta a decirse no es cuidado;
menos dice y más ama quien más quiere.

Porque si mi silencio no os ha hablado,
no sé deciros más que, si muriere,
harto os ha dicho lo que yo he callado.

 8.                  EDGAR ALLAN POE Y VIRGINA CLEMM

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Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.

Poe y Virginia Clemm eran primos hermanos, y se casaron cuando ella tenía 13 años y él 27. Algunos biógrafos han sugerido que los esposos mantuvieron una relación más fraternal que conyugal, y que nunca consumaron el matrimonio. Virginia enfermó de tuberculosis en enero de 1842, y murió por esta causa en enero de 1847, a los 24 años de edad. Su fallecimiento se produjo en la casa de campo de la pareja, situada en las afueras de Nueva York.

Años antes de contraer matrimonio, Virginia Clemm y Edgar Allan Poe ya habían vivido ocasionalmente bajo un mismo techo, con otros miembros de la familia. La pareja tuvo que mudarse con frecuencia para adaptarse a los cambios de empleo de Edgar. Vivieron intermitentemente en Baltimore, Filadelfia y Nueva York. Pocos años después de su boda, Poe se vio envuelto en un grave escándalo que involucraba también a las poetisas Frances Sargent Osgood y Elizabeth F. Ellet. Los rumores acerca de las supuestas infidelidades de su esposo afectaron a Virginia hasta el punto de que, en su lecho de muerte, declararía que Ellet la había asesinado. Tras su muerte, su cuerpo fue finalmente ubicado bajo el mismo monumento funerario que alberga los restos de su marido, en el cementerio Westminster.

La enfermedad y posterior muerte de su esposa causaron una gran impresión a Edgar Allan Poe, que quedó muy abatido y se refugió en la bebida. Se cree que el trágico final de Virginia tuvo también una notable influencia en la obra de Poe, donde es frecuente el motivo del fallecimiento de una joven, como por ejemplo en los famosos poemas «Annabel Lee» y «El cuervo«.

Annabel Lee

Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
vivía una doncella
cuyo nombre era Annabel Lee;
y vivía esta doncella sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.

Yo era un niño, una niña ella,
en ese reino junto al mar,
pero nos queríamos con un amor que era más que amor,
yo y mi Annabel Lee,
con un amor que los serafines del cielo
nos envidiaban a ella y a mí.

Tal fue esa la razón de que hace muchos años,
en ese reino junto al mar,
soplara de pronto un viento, helando
a mi hermosa Annabel Lee.
Sus deudos de alto linaje vinieron
y se la llevaron apartándola de mí,
para encerrarla en una tumba
en ese reino junto al mar.

Los ángeles, que no eran ni con mucho tan felices en el Cielo,
nos venían envidiando a ella y a mí…
Sí: tal fue la razón (como todos saben
en ese reino junto al mar)
de que soplara un viento nocturno
congelando y matando a mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era mucho más fuerte
que el amor de nuestros mayores,
de muchos que eran más sabios que nosotros,
y ni los ángeles arriba en el Cielo,
ni los demonios abajo en lo hondo del mar,
pudieron jamás separar mi alma
del alma de la hermosa Annabel Lee.

Pues la luna jamás brilla sin traerme sueños
de la bella Annabel Lee;
ni las estrellas se levantan sin que yo sienta los ojos luminosos
de la bella Annabel Lee.
Así, durante toda la marea de la noche, yazgo al lado
de mi adorada -mi querida- mi vida y mi prometida,
en su tumba junto al mar,
en su tumba que se eleva a las orillas del mar.

9.                  LARRA Y DOLORES ARMIJO:

 

Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (Madrid, 24 de marzo de 1809 – Madrid, 13 de febrero de 1837) fue un escritor, periodista y político español y uno de los más importantes exponentes del romanticismo español.

Es considerado, junto con Espronceda, Bécquer y Rosalía de Castro, la más alta cota del romanticismo literario español.

Se casó en 1829 y tuvo tres hijos, pero su matrimonio con Josefina (Pepita) Wetoret, una joven de la burguesía madrileña (Cuentan los rumores de la época que era una chica superficial y caprichosa, por lo que evidentemente poco o nada podía a aportar a la compleja personalidad de Larra) nunca se caracterizó por el amor.  Dos años más tarde conoce a Dolores Armijo, una mujer casada con la que mantuvo una intermitente relación. Él estaba profundamente enamorado, sin embargo, ella mantuvo una relación con él intermitente.

Así las cosas, decide marcharse, en 1835, a París (donde conoce a Alejandro Dumas y a Víctor Hugo) y Londres durante poco más de un año.  A su regreso, se convierte, con 27 años, en articulista de “El Español”, el diario más importante de la época, erigiéndose, al poco tiempo, como el periodista más prestigioso y mejor pagado en España.  Sin embargo, esto no es suficiente, y sufre otro importante revés amoroso: Dolores le devuelve todas sus cartas de amor. Por si fuera poco, Larra, con gran vocación política liberal (moderada) con cierto aire pre – regeneracionista, perdió su escaño como diputado tras el golpe de Estado progresista de agosto de 1836.

De esta forma, descontento con su país, con la sociedad, con la clase política, con el porvenir de España, el 13 de febrero de 1837, recibe la visita en su casa de Dolores Armijo, quien termina definitivamente con la relación, pidiéndole que le deje en paz y que le dé todas las cartas que ella le había escrito. A los pocos minutos de marcharse de casa de Larra, éste se pega un tiro en la cabeza, frente al espejo.

10.              ESPRONCEDA Y TERESA MANCHA:

 

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José Ignacio Javier Oriol Encarnación de Espronceda y Delgado (Pajares de la Vega, cerca de Almendralejo, Badajoz, 25 de marzo de 1808 – Madrid, 23 de mayo de 1842), fue un célebre escritor de la época del Romanticismo, considerado como el más destacado poeta romántico español.

En Lisboa, Espronceda conoció a una joven de 16 años llamada Teresa Mancha, hija de un militar español emigrado a Lisboa por sus ideas liberales. A finales de 1827 Espronceda realiza numerosos viajes.
En 1831 se trasladó a Londres, donde la familia Mancha llevaba una vida de honrada miseria.

Cuando Espronceda regresa a Londres, la situación de estrechez había conducido a Teresa a casarse con Gregorio del Bayo, rico comerciante vizcaíno-español establecido en Londres, quien le daba todo a su esposa, menos amor, puesto que le llevaba muchos años.

Al reencontrarse con su amado, renació en Teresa el recuerdo de su amor en Lisboa, anidando en ambos la idea de la fuga. Teresa tenía que ir a París con su marido y allí la esperó Espronceda. En la noche del 15 de octubre de 1831 ella abandonó el hotel donde se hospedaba y se fugó con su amante. En 1833, acogiéndose a la amnistía general a favor de todos los liberales emigrados, los amantes José y Teresa, pasan a España, a vivir en Madrid, dejando este breve periodo en el ánimo del poeta, imborrables recuerdos.

Pero quien fue capaz de abandonar a su esposo y a un hijo que había tenido en su matrimonio, lo fue también al ir olvidando aquel amor e irlo sustituyendo por  caprichos de casquivana. El genio altanero de Espronceda tampoco contribuyó a la paz del hogar, y así vino a suceder que Teresa se fugara a Valladolid cierto día con un tal don Alfonso, abandonando a Espronceda y a Blanca, la hija de ambos. El poeta logra reunirse con ella en dicha ciudad, durando la reconciliación poco tiempo, pues Espronceda es nuevamente perseguido por sus ideas liberales y tiene que refugiarse en casa de un amigo. Teresa, siguió llevando una vida inquieta, hasta que en 1839 murió de tuberculosis, siendo enterrada de limosna en Madrid.

Canto a Teresa

¡Oh, Teresa! ¡Oh, dolor! Lágrimas mías
¡ah!, ¿dónde estáis, que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días
no consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh, los que no sabéis las agonías
de un corazón que penas a millares,
¡ay!, desgarraron y que ya no llora,
¡piedad tened de mi tormento ahora!
¡Oh, dichosos mil veces, sí, dichosos
los que podéis llorar, y, ¡ay! , sin ventura
de mí, que entre suspiros angustiosos
ahogar me siento en mi infernal tortura!
¡Refuércese entre nudos dolorosos
mi corazón, gimiento de amargura!
También tu corazón, hecho pavesa,
¡ay!, llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!
¿Quién pensará jamás, Teresa mía,
que fuera eterno manantial de llanto
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
en que perdido el celestial encanto
y caída la venda de los ojos,
cuanto diera placer causara enojos?

¡Pobre Teresa! ¡Al recordarle siento
un pesar tan intenso…! Embarga impío
mi quebrantada voz mi sentimiento,
y suspira tu nombre el labio mío;
para allí su carrera el pensamiento,
hiela mi corazón punzante frío,
ante mis ojos la funesta losa
donde, vil polvo, tu beldad reposa.

11.              ÓSCAR WILDE Y LORD ALFRED DOUGLAS:

 

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Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde (n. 16 de octubre de 1854, en Dublín, Irlanda, entonces perteneciente al Reino Unido – 30 de noviembre de 1900, en París, Francia) fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés. Wilde es considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su gran y puntilloso ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte.

Alfred Douglas consideraba a Oscar Wilde como la representación del éxito, la brillantez y el mundo artístico. Cuando se conocieron, Wilde no era muy atractivo, sin embargo, Oscar compensaba sus carencias con ingenio y una conversación brillante.

En 1891 se conocieron, Alfred apenas tenía 21 años mientras que Wilde 37. Juntos exploraron el camino de la prostitución masculina en Londres durante la época victoriana. Al respecto Oscar Wilde comparaba estas practicas con «cenar con panteras» aludiendo a su peligrosidad. En alguna ocasión, uno de estos chicos, Albert Wood, se apoderó de algunas cartas que Wilde enviaba a Douglas y demandó una suma de dinero para devolverlas.

Alfred era un joven un tanto egoísta muchas veces propenso a las rabietas y otro tipo de escenas en público, las cuales irritaban a Oscar. Además tenía ojos azules y cara de niño. Incluso, absorbía la mayor parte del tiempo de Wilde y le imposibilitaba escribir.

Alfred Duglas a quien llamaban Bosie, había sido acusado de no corresponder al amor de Wilde, de quien aprovechaba su dinero y su generosidad. De igual manera, Alfred lo quiso a su manera y quizás su único error fue ser demasiado joven.

La vida de Wilde no fue fácil, muchas veces parecía caminar hacia la autodestrucción, en el fondo vivía atormentado por su homosexualidad. El escritor demandó en 1895 al padre de su amante, el marqués de Queensberry. El marqués presentó pruebas referidas a la homosexualidad de Wilde (la cual era considerada un delito). A raíz de ello, Oscar fue sentenciado a dos años de trabajos forzados por el crimen de sodomía. Sin embargo, tuvo la oportunidad de huir a París cuando se supo que la sentencia le iba a ser desfavorable, pero, en contra de los consejos de sus amigos, no lo hizo.

Luego de tener varias novias, se casó en 1824 con Constance Lloyd a los 29 años, para ocultar su homosexualidad. Su esposa era una mujer bella y leal  que intentó por todos los medios comprenderle. Con ella, tuvo dos hijos que la estropearon por lo que él empezó a sentir horror ante cualquier contacto y la convenció para que no tuvieran relaciones sexuales.

En 1886, la vida de Wilde cambió; le sedujo Robert Ross, un muchacho de diecisiete años que se convertiría en su amigo/amante incondicional hasta el final.

Durante su cautiverio escribió una bella carta a Bosie, De Profundis, que terminaba así: «Viniste a mí para aprender el Placer de la Vida y el Placer del Arte. Acaso se me haya escogido para enseñarte algo que es mucho más maravilloso, el significado del Dolor y su belleza. Tu amigo que te quiere, Oscar Wilde».

 12.              LEWIS CARROLL Y ALICIA LIDELL:

Lewis Carroll es el seudónimo por el que es conocido en la historia de la literatura Charles Lutwidge Dodgson (Daresbury, Cheshire, 27 de enero de 1832 – Guildford, Surrey, 14 de enero de 1898), diácono anglicano, lógico, matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido sobre todo por su obra Alicia en el país de las maravillas y su secuela, Alicia a través del espejo.

Carroll era un hombre tímido y soltero que inventaba historias para las hijas de un amigo suyo. La más pequeña era su preferida, Alicia Lidell, a ella dedicó todo su talento y su morbo. Con estas tres niñas salía a pasear por las cercanías de Oxford y en estas excursiones el hombre relataba sus historias, que luego convirtió en el famoso libro.

La sordidez de aquella amistad entre el hombre y la niña Alicia Lidell no pudo ser probada completamente. Sin embargo, la ruptura de la amistad con la familia resulta sospechosa e inexplicable.

Algunos dicen que a la señora Lidell le parecieron extrañas las cartas de amor que le escribía a su hija, sus regalos y la foto en la que la inmortalizó, vestida de mendiga con el pecho descubierto. Otros cuentan que pidió la mano de la niña que tenía once años contra los 31 de él.

Carroll convirtió aquella pasión enfermiza en un libro que publicó en 1864, cuando ya ni siquiera tenía contacto con ella. Pero, al parecer, nunca la olvidó.

En 1885 cuando aquella niña había crecido y era Alicia Hargreaves (antes Liddell), recibió una carta del escritor, que salió a la luz en la exposición por  su centenario (Reflections in a Looking Glass: A Lewis Carroll Centenary Exhibition):

«Voy percibiendo lo que significa la pérdida de memoria en un hombre viejo, y me refiero a nuevas amistades (por ejemplo, hice amistad, hace unas pocas semanas, con una niña de unos doce años, con la que di un paseo, ¡y ni siquiera puedo recordar su nombre en este momento!); pero mi memoria visual de aquella que fue, a través de tantos años, mi ideal amiga-niña, es más clara que nunca. Desde aquella época he tenido docenas de amigas-niñas, pero con ellas todo ha sido diferente…»

El profesor, también amante de la fotografía,  conservaba un tesoro hecho de montones de cuerpos infantiles desnudos que sonreían desde las cartulinas. Cuando murió en 1898, dejó la orden de destruirlas, su última voluntad.

 13.              BÉCQUER Y JULIA ESPÍN Y CASTA ESTEBAN:

 

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Gustavo Adolfo Domínguez Bastida (Sevilla,  1836 – Madrid, 1870), más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, fue un poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo, aunque escribió en una etapa literaria perteneciente al Realismo. Por ser un romántico tardío, ha sido asociado igualmente con el movimiento Posromántico. Aunque fue moderadamente conocido mientras vivió, comenzó a ganar prestigio cuando al morir se publicaron muchas de sus obras.

Hacia 1858 conoció a Josefina Espín, y empezó a cortejarla, pero pronto se fijó en la hermana de Josefina, la cantante de ópera Julia Espín, la que sería su musa, de ojos negros, e hija del músico Joaquín Espín. Gustavo se enamoró irremediablemente y empezó a escribir sus primeras Rimas, como Tu pupila es azul, pero la relación no se consolidó porque a ella no le agradaba la vida bohemia que llevaba el poeta, que aún no había alcanzado la fama.

Te vi un punto y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego
que flota y ciega si se mira al sol.

A dondequiera que la vista clavo
torno a ver sus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada,
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir:
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran no lo sé.

En 1860 publica Cartas literarias a una mujer en donde explica la esencia de sus Rimas que aluden a lo indescriptible. En casa del médico Francisco Esteban, conoce a su futura esposa, Casta Esteban Navarro. Contrajeron matrimonio en 1861. Bécquer, gracias a su amigo Rodríguez Correa, consigue un puesto de redactor en El Contemporáneo, fundado por González Bravo, y dirigido por José Luis Albareda. En este periódico el poeta trabaja para la nueva familia haciendo de todo: crónica de salones, política, literatura hasta que desaparezca en 1865.En 1862 nació su primer hijo, Gregorio Gustavo Adolfo, en Noviercas (Soria), donde Bécquer tuvo una casita para su descanso y recreo, perteneciente a familia de Casta. Para ganar dinero para su pequeña familia, empieza a escribir de manera forzada, creando así algunas de sus Leyendas.

En 1866 ocupa de nuevo el cargo de censor hasta 1868; un año trágico para Bécquer, donde la suerte se le quiebra: Casta le es infiel, su libro de poemas desaparece y los disturbios revolucionarios le llevan a Toledo breve tiempo. En diciembre de ese año nace en Noviercas el tercer hijo de Bécquer, Emilio Eusebio, lo que significa el fin para la relación conyugal, pues se dice que este último hijo es del amante de Casta, pero sin embargo los esposos se escriben.

 

 

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche
en ira y en piedad se anegó el alma
¡y entonces comprendí por qué se llora!
¡y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor… con pena
logré balbucear breves palabras…
¿Quién me dio la noticia?… Un fiel amigo…
Me hacía un gran favor… Le di las gracias.

 14.              RIMBAUD Y VERLAINE:

 

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Jean Nicolas Arthur Rimbaud (Charleville, 1854 – Marsella, 1891) fue uno de los más grandes poetas franceses, adscrito unas veces al movimiento simbolista, junto a Mallarmé, y otras al decadentista, junto a Verlaine (Francia, 1844-1896). Escribió sus primeros versos cuando apenas contaba con quince años y dejó para siempre la literatura a la prematura edad de veinte. Para él, el poeta debía de hacerse «vidente» por medio de un «largo, inmenso y racional desarreglo de todos los sentidos».

 

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 15.              KAFKA Y MILENA JESENSKA:

 

Franz Kafka (Praga, 1883 – Austria muere en 1924) fue un escritor checo de idioma alemán.

Milena Jesenská, escritora, periodista y traductora checa, nace en Praga en 1896 y muere en 1944 en el campo de concentración de Alemania. Durante mucho años fue conocida como “la enamorada de Kafka” debido a la edición de las cartas que el escritor le enviara.

Se casó con el escritor judío Ernest Pollak, a pesar de la desaprobación de su padre. Pronto el matrimonio comenzó a ser insoportable para Milena y buscando la independencia de su esposo Milena comienza a realizar traducciones y dar clases de checo.

En 1919, ella lee algunos cuentos del escritor checo de lengua alemana Franz Kafka y le escribe pidiendo su autorización para traducirlos al checo. Esta carta será el comienzo de una apasionada correspondencia entre ambos que durará dos años (1920 –1922) y en los que sólo tendrán cuatro encuentros personales. A la muerte de Kafka en 1924 ella escribe en Viena una nota fúnebre para el diario Narodni Listy de Praga donde dice «tímido, retraído, suave y amable, visionario, demasiado sabio para vivir, demasiado débil para luchar, de los que se someten al vencedor y acaban por avergonzarlo».

16.              ANTONIO MACHADO Y LEONOR IZQUIERDO:

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Antonio Machado Ruiz (Sevilla, en 1875 –  Francia, en 1939) fue un poeta español, miembro tardío de la Generación del 98 y uno de sus miembros más representativos. Su obra inicial suele inscribirse en el movimiento literario denominado Modernismo.

Leonor Izquierdo Cuevas (Soria, en 1894 – Soria, en 1912). Llega a Soria en enero de 1908 con 13 años. En la pensión que regentan sus padres, Leonor tendrá la oportunidad de ir conociendo al poeta, y ambos van tomando una confianza que va en aumento. Entra en relaciones meses después, y el 30 de Julio de 1909 se casa con el poeta en la Iglesia Santa Maria La Mayor. Ella contaba con 15 años y Machado 34. En julio de 1911, mientras acompañaba en París a su esposo, fue ingresada en un sanatorio durante algunas semanas debido a que había contraído tuberculosis.A causa de esto, le recomendaron aire puro, motivo por el cual volvieron a Soria, donde alquilaron una casa anexa a la ermita de Nuestra Señora del Mirón.

Falleció en 1912, lo cual sumió a Machado en una profunda depresión que le hizo trasladarse a Baeza (Jaén), donde vivió durante un tiempo con su madre, dedicándose a la enseñanza.

SOÑÉ

Soñé que tú me llevabas

por una blanca vereda,

en medio del campo verde,

hacia el azul de las sierras,

hacia los montes azules,

una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdaderas! …

Vive, esperanza, ¡quién sabe

lo que se traga la tierra!.

17.              JUAN RAMÓN JIMÉNES Y ZENOBIA CAMPRUBÍ:

 

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Zenobia Camprubí Aymar, nacida en la localidad catalana de Malgrat de Mar en 1887, fue una escritora española. A los nueve años viajó a Estados Unidos con su madre en proceso de separación. Allí residió hasta 1909, por lo cual, cuando años después regresó a España, la llamaban «la americanita». Allí comenzó sus estudios universitarios en Columbia; asistió a actividades culturales y clubes de mujeres. Entró en contacto con el feminismo americano, viajó sola, leyó los clásicos españoles e ingleses y siguió un curso sobre literatura.

Desde su adolescencia, comenzó a escribir cuentos en castellano y en inglés, y a desarrollar sus dotes literarias. Se interesó por la obra del poeta y pensador indio Rabindranath Tagore, a quien tradujo años después al castellano a partir de las prosificaciones en inglés que realizó el propio Tagore.

Entre 1909 y 1910 estuvo en La Rábida. Allí improvisó una escuela para enseñar a los niños de la aldea, escribió artículos que envió a diversas revistas norteamericanas y, sobre todo, se aficionó a la poesía popular española.

Desde 1910 Zenobia vivió en Madrid. Allí se relacionó fundamentalmente con norteamericanos, ya que le angustiaba no poder moverse sola con libertad, hasta que conoció a Susan Huntington, que dirigía el Instituto Internacional de señoritas, donde se alojaban extranjeros que asistían a los cursos de verano que se organizaban.

Contrajo matrimonio con Juan Ramón Jiménez en 1916, y desde ese momento y hasta su fallecimiento, 40 años más tarde, se convirtió en compañera inseparable y decisiva colaboradora del poeta en todos sus proyectos literarios.

ADOLESCENCIA

En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
—El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño. —
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
—Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos. —

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
…y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

 18.              SARTRE Y SIMONE BEAUVOIR:

 

Jean-Paul Charles Aymard Sartre (1905 – 1980), conocido como Jean-Paul Sartre.

Simone de Beauvoir (París en 1908 –  1986), fue una novelista y filósofa francesa.

La libertad antes que el amor. Su amor con Beauvoir era el amor necesario. Y todos los demás eran los amores contingentes.

Eran diferentes a la sociedad que les rodeaba es una obviedad, pero baste recordar que Sartre, el prestigioso filósofo y escritor francés, exponente del existencialismo, fue seleccionado como Premio Nobel de Literatura y lo rechazó explicando en una carta a la Academia Sueca que él tenía por regla declinar todo reconocimiento o distinción y que los lazos entre el hombre y la cultura debían de desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones.

Estudió en París en la École Normale Supérieure, donde conoció en 1929 a Simone de Beauvoir mientras estudiaban un postgraduado de filosofía. Había mucha competencia pero el quedó el primero y ella la segunda. Sartre siempre admiró su capacidad de trabajo y le llamaba “castor” porque una de las primeras frases que dijo a Beauvoir fue “usted trabaja tanto como un castor”.

Juntos combatieron las suposiciones y expectativas de la formación burguesa y se solidarizaron con los más importantes acontecimientos de su época como el Mayo Francés, la Revolución Cultural China y con la Revolución Cubana.  Simone de Beauvoir fue profesora de filosofía hasta 1943 en escuelas francesas, hasta que la ocupación alemana en París, a causa de la Segunda Guerra Mundial, la alejó para siempre de la enseñanza. Durante ese periodo vivió en la ciudad tomada, e integró el movimiento de la Resistencia Francesa.

Sartre medía 1,55 y tenía estrabismo, pero sus ideas y su personalidad lo hacían muy atractivo para las mujeres. Se reconocía feo, pero argumentaba como arma suprema de sus ligues «mis bellos discursos y que soy escritor». Hasta que conoció a Simone de Beauvoir sentía frente a las mujeres una «superioridad acompañada de un sentimiento». Con Beauvoir fue distinto.

Beauvoir era más alta, 1.60 y desde muy joven decidió ignorar casi absolutamente la opinión de los demás.

Entonces empezó una relación no-monógama que no se sometería ni a la fórmula del matrimonio ni a la convivencia. Incluso acordaron que su amor sería «absoluto», de modo que su mayor valor fuese la libertad, incluso la sexual. Aunque Beauvoir declaró que Sartre fue el mayor logro de su vida, pasó a la historia como una defensora de la libertad sexual y, de paso, escandalizó a la Francia de su época con tríos y dúos bisexuales.

Mientras que para unos se trataba de una amistad ampliada, para otros, eran recíprocamente el consuelo de sus decepciones amorosas con otras personas.

Sartre decía de si mismo que era un mal amante, no quería entregarse, ni tener hijos, menos aún casarse, pero a pesar eso, a veces dejó creer que se casaría. Sartre tuvo numerosísimas amantes, y cuando terminaba una relación amorosa las mujeres pasaban a formar parte de lo que llamó su “familia”.

Beauvoir y Sartre habían acordado la plena libertad en su vida sexual y sentimental, pero convinieron en no ocultarse nada, incluso los detalles.

Como ejemplo de esta relación una carta de Beauvoir:

Querido pequeño ser:
Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: “¿De que se ríe?”. Y le contesté: “Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo”. Y replicó: “Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía”. Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.
Te beso tiernamente,
tu Castor. 

 19.              MIGUEL HERNÁNDEZ Y JOSEFINA MANRESA:

 

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Miguel Hernández Gilabert (Orihuela en 1910 – Alicante de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono de la generación del 27».

Poeta del “amor que no acaba”, Miguel Hernández tuvo en Josefina Manresa su gran pasión, aunque no fue la única. Desde esa primera novia adolescente que le rechazó en su Orihuela natal por tener” ojos de loco, como si quisieran salirse de sus órbitas”, hasta sus flirteos con la artista Maruja Mallo o sus escarceos con María Zambrano o María Cegarra, las mujeres estuvieron siempre detrás de sus versos como gran inspiración lírica. Fueron ellas las que sin duda le aportaron esa alegría de vivir que su injusta vida le fue arrebatando lentamente.

Josefina inspiró a Miguel Hernández el libro de poemas El rayo que no cesa, uno de los libros más bellos de la lírica española. Asimismo, inspiró la mayor parte de sus poemas amorosos.

El 19 de diciembre de 1937 nace su primer hijo, Manuel Ramón, que murió el 19 de octubre de 1938. El 4 de enero de 1939 nace su segundo hijo, Manuel Miguel, fallecido en 1984.

Tras la muerte de Miguel Hernández, en 1942, Josefina, dedicó toda su vida a velar por el recuerdo y la difusión de la obra de su marido. Recientemente había sido condecorada con la Banda de Isabel la Católica.

 20. ESENIN Y ZINAIDA RAIJ E ISADORA DUNCAN

ZINAIDA RAIJ
ESENIN E ISADORA DUNCAN. Pincha aquí

Esenin se conoció con Zinaida en 1917 y muy pronto se casaron. Después de la boda los recién casados se instalaron en el pasaje Liteyniy. Zinaida trataba de hacer su casa agradable y hospitalaria. Aunque el idilio no duró mucho. Después del nacimiento de la hija Tanya el amor se apagó. Esenin fue el primero que se rindió. Ser el marido y el padre ejemplar le impedían los amigos y enemigos, versos y fama, el vino y los escándalos diarios. Zinaida Nikolaevna con todas sus fuerzas trataba resguardar un hilito que unía sus destinos, pero antes del nacimiento del segundo hijo Esenin abandonó la familia. Zinaida sufrió mucho el divorcio. Sergei estaba en el apogeo de la gloria, cerca de él a menudo aparecían otras mujeres. Raij a su vez se quedó con dos niños en las manos, con la pobreza y el alma completamente destrozada.
En el otoño de 1921 Zinaida entró en el estudio del Vsevolod Meyerhold, quien descubrió su talento, la convirtió en una actriz excelente y le regaló a Zinaida el hogar y la familia así como también adoptó los dos hijos de Esenin. Zinaida disfrutaba de la vida feliz, en la que todo estaba bien, pero Esenin de nuevo apareció en su camino. Los éxitos de su ex esposa lo sorprendían, humildad y gratitud que Zinaida sentía a Meyerhold lo han herido dolorosamente. El poeta de vuelta la quiso conquistar y parecía que ganó en esta batalla silenciosa, cuando Zinaida Nikolayevna secretamente comenzó a encontrarse con él. Pero esas citas sólo agregaron amargura y dolor a sus relaciones complicadas. Meyerhold, locamente enamorado de su mujer caprichosa, trataba en lo posible darle más  papeles en el teatro, evidentemente sospechando de su infidelidad. En una de las reuniones con Esenin Raij decidió romper esa difícil relación al decir: “Los paralelismos no se cruzan”.

En el otoño de 1921, durante su visita al estudio del pintor Georgi Yakulov, Esenin se reunió con sede en París bailarina estadounidense Isadora Duncan, una mujer de 18 años mayor que él, que conocía sólo una docena de palabras en ruso. Él no hablaba idiomas extranjeros. Se casaron el 2 de mayo de 1922. Esenin acompañó a su esposa de celebridades en una gira por Europa y los Estados Unidos, pero en este momento de su vida, una adicción al alcohol había salido de control. A menudo borracho, Esenin había rabia violenta que destruyó las habitaciones del hotel y las perturbaciones causadas en los restaurantes. Este comportamiento recibió una gran cantidad de publicidad en la prensa internacional.

 

Su matrimonio con Duncan fue breve y en mayo de 1923, regresó a Moscú. Casi de inmediato se involucró con la actriz Augusta Miklashevskaya. Se rumorea que se casó con ella en una ceremonia civil, aunque no había obtenido el divorcio de Duncan.

Ese mismo año tuvo un hijo por el poeta Volpin Nadezhda. Sergei Esenin nunca conoció a su hijo por Volpin, pero Alexander Esenin-Volpin creció para convertirse en un poeta. También fue un destacado activista de la Unión Soviética disidente.

 

En memoria de Isadora Duncan

[1]

¡Ay, Isadora, diosa antigua
de extraordinaria belleza,
renacida para el hombre moderno!
Con tu pequeña túnica de gasa incolora
danzas alrededor del dios Pan
y ya las bacantes quedan seducidas
ante la armonía y elasticidad de tu cuerpo.
¿Qué transmitías con tus gestos,
con tus elocuentes brazos,
con tu lindísimo cuello de cisne,
con esas piernas de ninfa de los bosques?
¡Oh diosa del ritmo,
dríade que nos besa,
mientras danza!
Acá viniste para mostrarnos
que la pura belleza femenil,
la belleza de la antigüedad griega,
la belleza de la danza clásica griega,
la mujer en estado sublime…
todo ello había cobrado vida en ti.

[2]

Isadora: tú y la danza.
Con esos ritmos…
—fluidez de movimientos,
depurada expresión que provoca
fuerte emoción interna—
ya nos penetra tu aire sibilino.
Esos delicados gestos
que denotan tu divinidad…
¿cómo renacieron,
dónde su raíz auroral?
Yesenin compone unos versos
que tus formas consagran;
y te observa embelesado
sintiendo el suave tacto
de tu luz en su selvática alma.
«La expresión, sí;
cuidad la expresión:
el rostro es el alma».
Sabed que Isadora abrió sus brazos,
que Serguéi cayó de rodillas, abrazóndola,
y exclamando con voz entrecortada:
—¡Isadora, Isadora mía, mía!
Luego, ella bailó,
y él recitó poesías.
Qué profético fue, ¡oh diosa!,
el tiempo que viviste,
pues te procuró la íntima tragedia.
Todo lo diste con la danza:
la suavidad, la armonía,
la noble expresión…
Ahí estás con tu corta túnica,
con tus doradas sandalias,
danzando en las alturas
de un siglo que mira atrás,
redescubriendo vieja alborada.
Aquel, siempre odiado, echarpe
—en connivencia con la rueda del coche—
acabó con tu vida;
con una vida rebosante de belleza
y delicadeza femenil;
mas jamás con tu imponente danza.
—Es un niño, un poeta-niño
que compone poemas de cielo.
Y si tú no lo dijiste,
lo digo yo, con entereza.
A ti, dulce Isadora,
las arreboladas nubes
única diosa te proclaman.
Y sobre blancas nubes
os encontraréis de nuevo los dos:
tú, la diosa de la danza griega,
y ese alocado poeta ruso que,
sobre ladridos de perro, canta.

 

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